Crónica 15/06/2025

La Sinfónica de Santa Fe brilló ante más de 750 personas

El viernes 13, en una colmada ATE Casa España, el organismo presentó «¿Un concierto alemán?», una propuesta novedosa ideada por el director titular del organismo, Silvio Viegas.

En una noche desapacible, el viernes 13 de junio la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe se presentó en ATE Casa España con una función llamada «¿Un concierto alemán?» Sí, así, entre signos de pregunta. Hubo más de 750 personas presentes. Varias fueron por el programa, otros por el maestro y la orquesta, muchos por melómanos fundamentales; pero todos compartían la misma curiosidad: ¿qué significa el título?

Cinco minutos pasados de las nueve de la noche empezó el concierto. Silvio Viegas ingresó al escenario acompañado por los aplausos de rigor. Llegó hasta su podio y, fiel a su estilo, tomó la palabra e introdujo con detalles la primera obra de la velada.

El programa proponía tres obras, dos de compositores alemanes y una de un coterráneo del maestro. ¿Cuál era la conexión? Las «Bachianas Brasileñas» de Heitor Villa-Lobos, «profundamente ligadas con el espíritu creativo de J. S. Bach, otro gran compositor alemán». Villa-Lobos fusionó en la música de las nueve bachianas -en el concierto solo se interpretó la cuarta- el folclore de Brasil con la genialidad del barroco alemán.

En orden cronológico el repertorio empezó con la obertura de la ópera «Oberón» de C. M. von Weber. La Sinfónica ofreció una interpretación sólida y refinada de la pieza que combina lirismo, fantasía y energía dramática. La dirección, segura y atenta a los matices, permitió destacar la riqueza tímbrica de la partitura. Sin errores técnicos y con un sentido claro del estilo romántico temprano, la ejecución logró transmitir ese mundo mágico que Weber imaginó, sumergiendo al público en una atmósfera de encantamiento sonoro.

La segunda obra fue «Tristán e Isolda», de Wagner. Se tocaron tres movimientos: preludio del acto uno, preludio del acto tres y el «Liebestod» o «muerte de amor» (esa elección de fragmentos es poco común pero se convirtió en un acierto). Fue uno de los momentos más conmovedores del concierto. La orquesta abordó estas piezas con una madurez expresiva notable, desplegando el lenguaje armónico wagneriano con precisión y sensibilidad. El «Liebestod», punto culminante, fue interpretado con un lirismo profundamente emotivo. La Sinfónica logró sostener la densidad armónica sin perder claridad, y el director condujo los clímax con una gran gestualidad pero sin excesos. Fue una versión introspectiva, sobria y fiel al espíritu del drama musical de Wagner, que dejó resonar en el aire no solo la música, sino también el peso emocional de la historia.

La última joya de la noche fue la obra de Villa-Lobos, que llegó después de un corto intervalo. La introducción de Silvio Viegas fue especialmente didáctica. Contó tantos detalles como pudo, inclusive cantó. Desarrolló en profundidad el sentido de la obra que conoce al dedillo. La interpretación de la «Bachiana» fue una celebración de contrastes: entre la arquitectura clásica de Bach y el color de lo brasileño. La orquesta abordó la interpretación con mucha técnica y un notable sentido estilístico, resaltando tanto la transparencia contrapuntística del preludio como el lirismo del coral. El aria fue cálida y serena, mientras que la danza final desató un ritmo vital, casi festivo, sin perder precisión. Fue una versión vibrante y elegante, que mostró la ductilidad del conjunto y la riqueza expresiva de un repertorio menos frecuentado pero de enorme belleza. Gran idea del maestro Viegas.