En los Aleros se juega, se crea y se rapea. En el Coronel Dorrego y en Las Flores, decenas de niñas, niños y jóvenes se encuentran cada semana para darle forma a sus propias historias, para comprender de compases, métricas y rimas como parte del Rap del Litoral, el ciclo de talleres gratuitos que se desarrolla cada semana en ambos espacios provinciales de la ciudad de Santa Fe. De la mano de los docentes Marcos «Markinal» Friera y Santiago «Pakot» Paccot, los miércoles en Las Flores y los jueves en el Dorrego (siempre de 15 a 18 h), el rap se transforma en punto de encuentro.
El arte como manifestación, la música como plataforma desde la cual crear historias propias, de canalizar angustias y disparar denuncias: todo ello se sintetiza en el rap, el género con medio siglo de historia que, en cada rincón del mundo, se motoriza como un gran canal de expresión. Nacido en la década del 70 en los barrios marginales de Nueva York, el rap se multiplicó en subgéneros y variantes y, desde hace poco menos de quince años, en Argentina se revitalizó con la explosión del freestyle.
Con apenas 15 años, Marcos empezó a transitar el camino artístico que lo convertiría en Markinal. Fue cuando a partir de una sugerencia de su hermano descubrió a dos figuras del hip hop argentino, DToke y Tata, en una batalla de gallos de Red Bull, en 2012. “Ahí empecé a vincularme un poco con el rap con mis amigos de la escuela, rapeando, yendo a algunos eventos, pero no me metía a fondo acá en Santa Fe”, recuerda Marcos, que después de completar sus estudios secundarios, y ya como parte de una comunidad religiosa, encontró en el rap un medio para compartir su fe. La llegada de la pandemia no impidió que continuara con su crecimiento y pronto se sumaría a la organización de la competencia de freestyle Insert Beat.
En julio de 2024, bajo esa experiencia acumulada y con la certeza de que el rap es medio de expresión y contención, se encontró al frente de las tardes de rap en los Aleros del Ministerio de Cultura. «Hicimos dos eventos muy importantes en los Aleros y con Santiago empezamos con los talleres. Fue una experiencia hermosa, que pudimos continuar en 2025 –sintetiza Marcos–. Las actividades con los chicos y las chicas en el taller se desarrollan con dos visiones. El primer año, buscamos que pudieran rimar aunque sea dos o tres palabras, que salieran del taller sabiendo hacer freestyle, rapear. La verdad fue un objetivo totalmente cumplido, con las expectativas totalmente superadas porque tuvimos un evento de cierre de año con Barrio y Cultura Cotidiana que fue tremendo: no solamente aprendieron a tirar freestyle, sino también a escribir, a aferrarse a la escritura, a la poesía, para poder compartir qué es lo que viven y sienten».

Parafraseando un texto bíblico que indica que «de la abundancia del corazón habla la boca», el slogan de Rap del Litoral reformula: “De lo que abunda en el corazón, hablamos”. “Este año nos estamos enfocando un poco más en lo que es la escritura, en que los chicos puedan depositar en la hoja lo que sienten, lo que viven y lo que ven constantemente”, explica Markinal, que junto a Pakot acompañan a un jóvenes que, mayoritariamente, tienen entre 10 y 13 años. «Para nosotros fue un desafío, pero también algo tremendo ver cómo aprenden con tanta facilidad. Con Santi no solamente les quisimos dar una mirada afianzada al rap, al hip hop y a la cultura del hip hop, sino que también quisimos tratar temas que atraviesan a los chicos y a las chicas. Por eso somos muy intencionales en generar momentos de distensión, de charla, generar momentos en los que puedan expresarse. Siempre decimos que si tenemos que frenar una clase para solamente hablar con un chico porque tuvo un problema en su casa o en la escuela lo vamos a hacer», destaca el docente. De ese modo abordan problemáticas y casos específicos, pero también conflictos propios de este tiempo, como el bullying.
«Es un tema que está muy presente y lo hablamos mucho –explica Marcos–. Tenemos una actividad que llamamos ‘palabras luz y palabras sombra’, en la que siempre tratamos de enfocarnos en anotar las palabras lindas que les dijeron y también cuáles son las palabras feas que alguna vez les dijeron. Cada vez aparecen más las palabras feas, y el ejercicio que hacemos a través de la escritura, del rap y de la poesía, es transformar en algo bueno aquello que les dijeron y que les dolió. Vemos con Santi cómo los pibes y las pibas tienen esa confianza de poder expresarse y generar un lugar seguro. Para eso tenemos requisitos básicos para que puedan participar del taller: respetar al otro, la crítica siempre tiene que ser constructiva y no destructiva, y no decir malas palabras. Los chicos saben que este lugar tiene que ser un espacio seguro para que puedan expresarse, equivocarse y aprender juntos».
Desde esos preceptos, y con el arte como guía, el Ministerio de Cultura y su sistema de Aleros ofrecen una potente posibilidad de expresión y contención. Así, los miércoles en Las Flores (Azopardo y Millán Medina) y los jueves en Coronel Dorrego (Av. French y Sarmiento), el Rap del Litoral se convierte en un punto de encuentro necesario, una escuela de formación para las jóvenes voces que narran las historias de este tiempo.

