Entrevista 16/11/2025

«Hacer teatro autogestivo hoy, en el interior, es una hazaña, algo casi heroico»

El artista teatral y gestor cultural rafaelino Marcelo Allasino anticipa la presentación de «Hermanas Tejedoras» en el ciclo Escénicas en la Cervantes, con dos funciones en la renovada sala de Ate Casa España: el sábado 22 y domingo 23 de noviembre, a las 21.

Cuatro religiosas dedicadas al servicio social, a través del tejido comunitario, ven sus armoniosas vidas tambalearse cuando el obispo de la Diócesis renuncia y quedan sin conducción. Son tiempos de zozobra para estas monjitas que, ante la falta de dinero y sin regencia, tejen esperando la designación del nuevo obispo, intentando todo para sobrevivir con dignidad. «Un collage camp-neosurrealista-pop sobre cuatro Marías al borde del colapso. O de la salvación. Sólo Dios lo sabe», define el artista teatral y gestor cultural rafaelino Marcelo Allasino a «Hermanas tejedoras», obra escrita y dirigida por él y que cuenta con las grandes actuaciones de María Laura Bañón, Marilú de la Riva, María Cecilia Tonon y Manu Zimmermann.

«Hermanas tejedoras», producción del grupo Punto T del teatro La Máscara de Rafaela, es la segunda obra que forma parte de Escénicas en la Cervantes, ciclo del Ministerio de Cultura que consiste en una programación de cuatro piezas teatrales de la provincia que se presentarán durante noviembre y diciembre en la renovada sala Cervantes de Casa España (Rivadavia 2871, Santa Fer). La obra se presentará en dos funciones, el sábado 22 y el domingo 23 de noviembre, ambas a las 21. Las entradas tienen un valor de $12.000 y se pueden adquirir en ATE Social (Rivadavia esquina Hipólito Yrigoyen), de lunes a viernes de 8 a 15.30 h. Hay descuento para jubilados y afiliados a ATE.

– Marcelo, ¿cómo surge la escritura de la obra?

– Me tengo que remontar a unos años atrás, cuando empecé a volver bastante seguido a Rafaela, y en este retorno, un grupo de actrices muy queridas y con las que habíamos compartido mucho trabajo en otra época, me proponen que escriba algo para ellas y las dirija. La idea que circulaba en torno a esta intención era que querían hacer una obra sobre las mujeres que tejían, porque ellas son tejedoras en la vida real, se juntan a tejer en el invierno… Y así, charlando, empezaron a fantasear con la idea de que yo pudiera escribir una obra para ellas acerca de un grupo de mujeres que tejían. Así que el primer impulso vino un poco motivado por su invitación. En los primeros encuentros ya vislumbré que esas mujeres iban a ser monjas, porque había un poco esa idea de estar como encerradas, recluidas, tejiendo otras cosas además de la materialidad de la lana, como ideas, planes, entonces me parecía muy provocador que fueran monjas. Así que durante unos meses comenzamos a trabajar e improvisar con las actrices y luego, en mis vacaciones, aproveché para descargar todo eso que estaba dando vueltas en mi cabeza y que había quedado como sedimento de esas improvisaciones. Cuando regresé nos pusimos a trabajar en la producción, que llevó unos meses y así fue como surgió el proyecto.

– ¿Por qué contar esta historia con monjas y no a través de otros personajes?

– Me interesaba mucho poder hablar de la decadencia de las instituciones, de la crisis institucional que estamos viviendo en distintas escalas y a nivel global. La Iglesia es una institución que me moviliza bastante porque tuve una educación católica desde pequeño, y me parecía que había allí una punta súper interesante para poder hablar del feminismo, de la lucha de mujeres en un contexto en el que habitualmente no podríamos imaginar que eso ocurriera: monjas feministas es, casi, una imagen medio contradictoria. Entonces me parecía que ahí residía algo súper potente e interesante para explorar y por eso me parecía que el hecho de que fueran monjas y que estuvieran revelándose contra una institución de la que se sienten parte, me parecía que tenía ahí algo muy interesante para explorar en término de contradicciones y, también, de recursos escénicos, obviamente.

– «Hermanas tejedoras» habla de crisis, de la necesidad de buscar recursos para subsistir, algo muy actual, y elegiste narrar esto desde el humor…

– Sí, porque el humor me parece que es una forma muy poderosa para poder gestionar cuestiones que resultan incómodas, difíciles. Me interesa mucho el género, he trabajado en muchas de mis propuestas con el humor y las actrices que me convocaron estaban interesadas en que tuviera ese enfoque y es en sintonía con esta propuesta por parte de ellas, que me convocaron para el proyecto, y obviamente porque saben que me interesa ese universo.

– ¿Cuál fue la respuesta del público a esta propuesta?

– El feedback con el público fue maravilloso. En Rafaela fue un súper éxito, hicimos tres temporadas, participamos del Festival de Teatro de Rafaela, tuvimos unas críticas maravillosas, hicimos gira por la región, estuvimos en muchas localidades, en varios festivales y creo que la obra logra desde el humor una puesta muy potente en términos ideológicos y políticos, porque la gente necesita poder reírse un poco de la realidad actual. Hacer un espectáculo divertido y a la vez que hable de cosas que nos interesan decir, es algo que los que hacemos teatro siempre soñamos con lograr y creo que la obra conjuga eso. No solamente entretener y divertir sino también conmover, producir un corrimiento en los puntos de vista y abrir ciertos espacios de diálogo. Creo que con esta obra esto se da con mucha potencia.

– Fueron un poco más allá de las tablas y «Hermanas tejedoras» también tiene videoclip.

– El videoclip es una de las formas que asume esta búsqueda de generar diálogos con otros medios. La cuestión transmedial me parece muy inspiradora, me interesa mucho. De hecho en mis trabajos en los últimos años trato de generar diálogos entre la escena y otras formas posibles en otros medios. Lo audiovisual a mí me resulta fascinante y es un territorio donde también me siento muy cómodo y me gusta mucho trabajar, entonces con «Hermanas tejedoras» generamos un espacio en la virtualidad en el que fuimos creando y subiendo contenido especialmente en Instagram y usábamos esa plataforma para generar comunicación y diálogo con los espectadores antes, durante y después de las funciones. La obra empieza con una escena en que las hermanas tejedoras están haciendo unos vivos por Instagram enseñando a tejer, entonces había algo ahí en relación con internet, con las redes sociales, con la cámara, con el teléfono, que nos parecía muy actual y muy divertido. El videoclip es como un devenir de eso, otra forma posible que tiene que ver con el universo audiovisual y que nos permitía enriquecer lo que se crea en la escena y que rebota en otros lugares.

– En tiempos de desfinancimiento, de un capitalismo salvaje que pondera el individualismo, la respuesta a esto es seguir trabajando por la cultura desde lo colectivo. Ir a contracorriente en estos tiempos no debe ser fácil desde el interior del país.

– La producción artística es un territorio plagado de dificultades, entonces en este contexto del espanto, de desfinanciamiento, de pulverización de las instituciones, la destrucción de los programas que tienen que ver con el apoyo a la creación artística, hace que todo se vuelva casi trágico. Nosotros a esta producción la pudimos encarar desde un lugar que nos hemos construido como un refugio durante muchos años, que es el Centro Cultural La Máscara. Allí se gestó el proyecto con el Grupo Punto T, que es un grupo que dirijo desde hace más de treinta años, entonces esas construcciones en el tiempo protegen de algún modo esto tan delicado, tan frágil, que es la creación artística y encontramos en nuestras pequeñas comunidades el lugar ideal para hacerlo, porque se transforman en eso, en una forma de refugio. Hacer teatro autogestivo hoy en el interior es una hazaña, es algo casi heroico. En ese contexto es muy difícil imaginar cómo será el futuro. Porque la resistencia por supuesto que existió, existe y existirá, pero cómo se puede acceder luego a esas expresiones de la resistencia es el nudo de la cuestión. Cómo logramos que la gente que pudo acceder a las expresiones de la cultura a lo largo de las últimas décadas, ahora va a dejar de hacerlo y cómo esa fractura va a impactar en nuestro entramado social me parece que genera muchas inquietudes, muchas dudas, muchas incertezas acerca del futuro.

– En este contexto, propuestas como el ciclo Escénicas en la Cervantes, impulsado por el Ministerio de Cultura provincial, que busca dar visibilidad a la diversidad y riqueza de la producción teatral santafesina, es un buen impulso para los grupos de distintas localidades de la provincia.

– Estamos súper agradecides con la invitación. Mostrar nuestro trabajo en Santa Fe es algo que forma parte casi de algo habitual porque es la ciudad a la que hemos llevado prácticamente todos los espectáculos que produjimos en Rafaela. Entonces siempre es un placer y es una maravilla poder hacerlo a partir de una invitación y estamos expectantes de cómo se va a dar el encuentro con el público, cómo va a ser, en esta nueva Sala Cervantes, ahora renovada como sala experimental. Estamos con muchísimas ganas de participar del ciclo y ofrecer nuestro trabajo al público santafesino, que ya nos conoce desde hace tanto tiempo.