El viernes 18, en el Centro Cultual Provincial de la ciudad de Santa Fe, tuvo lugar un concierto nocturno y solidario de la Sinfónica santafesina que fue especialmente pensado para ser un tributo a uno de los compositores vivos más prolíficos de los últimos cincuenta años. El homenajeado fue el estadounidense John Williams, responsable de crear muchas de las bandas sonoras de las películas más populares de finales de siglo XX. En el marco de un evento de temporada, la Sinfónica dejó de lado el repertorio tradicional y armó un programa con música cinematográfica única, trascendental.

A las 21, ante una sala colmada de público donde no cabía ni un alfiler, el Maestro Silvio Viegas se presentó en el escenario y, fiel a su costumbre, después de conversar con la audiencia, se volvió hacia la orquesta e inició un viaje inolvidable. La fantasía comenzó con la Suite de «Harry Potter and The Sorcerer’s Stone». Una historia mágica irrepetible que desde el 2001 cautiva a niños, jóvenes y adultos. La música, que logró la identificación inequívoca con el cuento épico de héroes y villanos escrito por la británica J. K. Rowling, tuvo una versión magnífica conducida por Viegas con su batuta que parecía convertida en la varita del propio Harry. La magia se sintió en el aire.

Después de Potter, el programa propuso otra historia épica estrenada en 1981 interpretando «Raider’s March» (de «Indiana Jones: Los Cazadores del Arca Perdida») que evoca una aventura más terrenal utilizando hitos de la historia de la humanidad para la construcción del relato de pericias salvajes en lugares místicos. Fue en esa obra donde el instrumentista con la voz principal, el solista de trompeta Lucas Cantarutti, para sorpresa de todos los presentes, se puso un sombrero imitando al popular aventurero y disparó las primeras notas de la pieza. La oferta continuó con la Suite de «Jaws», de 1975, donde el inconfundible clima de suspenso y tensión pudo sentirse en el cuerpo con la música íntimamente asociada al depredador marítimo más letal de todos, el tiburón.

Esa tensión se convirtió inmediatamente en nostalgia cuando se escucharon los acordes del tema de «La Lista de Schindler» (1993). Previo a la música, el Maestro pidió a toda la audiencia que encendieran las luces de sus celulares y las apunten hacia el cielo en representación de las almas de las víctimas del holocausto, haciendo que toda la sala quedara iluminada con apacible luz blanca. En esa obra, que básicamente fue un solo de violín abrazado por el arpa y otras cuerdas que acompañaron tímidamente, el actor principal fue Raúl Vallejos, concertino de la Sinfónica, quien interpretó la parte de solista, de pie, mirando al público e iluminado por una luz puntual que lo resaltaba en un entorno inundado por luces azules. La musicalidad de Vallejos fue altamente emotiva, su capacidad interpretativa dejó a más de uno con lágrimas en los ojos y con su técnica demostró su excelente nivel artístico.

Al finalizar la presentación de «La Lista de Schindler», la escena cambió totalmente. Viegas propuso un viaje estelar y se dispuso a dirigir la Suite de «Star Wars» (1977). En la cámara del techo del teatro se proyectó una animación que resumía la historia de la película, editada por la realizadora Gisela Núñez, integrante del grupo Colectiva Transita Susurradoras, y en el escenario y la sala hubo una intervención creativa entre integrantes del grupo local de cosplayers Escuadrón Ovejas Negras, el Maestro y la audiencia. Más de diez personajes de «La Guerra de las Galaxias» participaron de una simpática puesta en la que interactuaron con el Director y a medida que se interpretaba la música se presenciaba un enfrentamiento entre las fuerzas antagónicas de los Rebeldes y Darth Vader y sus secuaces, donde (fiel al relato original) “… los buenos ganaron…”.

Como apoteosis del concierto, la última presentación fue «Adventures on Earth» de «E.T. El Extraterrestre», del año 1982. En consonancia con las obras anteriores, esa interpretación también fue de antología. La música evocó a las infancias de gran parte de los presentes que recordaron las aventuras del visitante del espacio que los deslumbró hace más de cuarenta años. El público ovacionó de pie y como despedida definitiva, Viegas volvió a interpretar un fragmento de «Indiana Jones» como bis y los aplausos se renovaron.

Fue un concierto donde varias generaciones pudieron compartir una felicidad nostálgica, anhelos de una época donde las películas empezaban a marcar el rumbo de las aventuras épicas y fantásticas, volviéndose los pilares fundacionales de lo que hoy conocemos como ciencia ficción.

Apuesta escénica

Todas las obras tuvieron una apuesta lumínica que completaba el relato. Luces de colores que ambientaban cada ejecución. De luces blancas a luces azules, luces puntuales sobre determinados instrumentistas (como fue el caso de La Lista de Schindler), luces verdes, luces robóticas que adornaban el escenario y la sala, proyecciones, participación del público y personajes encarnados por fanáticos cinéfilos. Todo pensado para presentar un espectáculo inolvidable para un público conformado por asiduos concurrentes y por nuevos asistentes que se acercaron atraídos por la propuesta. Tal fue la convocatoria que el Maestro Viiegas, desde el podio, se comprometió a ver la manera de repetir el concierto antes de finalizar la temporada 2023. Esperemos que así sea.

Colecta

El ingreso al concierto fue libre, gratuito y solidario. En ese contexto, muchos asistentes donaron alimentos no perecederos y pañales que fueron recolectados por el Escuadrón Ovejas Negras para ser entregados a la fundación sin fines de lucro Mateo Esquivo, que se ocupa del tratamiento y acompañamiento de casos de cáncer pediátrico.