“Pianista de excepción, militante incansable a favor de la lucha en defensa de los derechos humanos, víctima él mismo de la tortura y la persecución de la última dictadura cívico militar, se va un hombre que dejó un legado artístico, pero también de amor por su Patria y por la vida”. Con esas palabras, el ministro de Cultura Jorge Llonch despidió al gran Miguel Ángel Estrella, que murió en Francia a los 81 años de edad.

Nacido en San Miguel de Tucumán, su militancia política y social fue determinante para que la dictadura lo persiguiera, forzando su exilio. Pero a poco de salir del país fue secuestrado y torturado por grupos paramilitares en Uruguay, en una muestra más del alcance del Plan Cóndor en América latina.

En 2003, el presidente Néstor Kirchner lo nombró embajador argentino ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, más conocida como Unesco, donde ejerció hasta 2015. En 2009 fue miembro del jurado del Tribunal Russell sobre Palestina.

En octubre de 2005 el entonces gobernador Jorge Obeid lo convocó para participar de la inauguración de la Plaza Cívica, en la ex Jefatura de Policía, donde funcionaba un centro de detención clandestino durante la dictadura. Obeid en aquel momento relató la respuesta de Estrella: “Cuando lo llamé a Francia, me dijo: ‘Voy a ir gratis, porque por las causas de derechos humanos no se cobra’. Un hombre humilde, genial, con el que pasamos un día espectacular, y que es realmente la síntesis de lo que quisimos hacer hoy aquí”.