El Chango y su celebración musical

Spasiuk, notable compositor y acordeonista, completará el encuentro musical que este sábado 30 se llevará a cabo, con entrada gratuita, en el Monumento Nacional a la Bandera de Rosario

(Texto: Edgardo Pérez Castillo. Fotos: Ignacio Arnedo) Expresa alegría, Chango Spasiuk. Una alegría que suena genuina ante la posibilidad del inminente reencuentro con el público. “Hay que pensar que han pasado un par de años de encierro. Esta apertura hace que uno celebre mucho la posibilidad de encontrarse en un espacio al aire libre y poder tocar música”, resalta el destacado compositor y acordeonista misionero, que este sábado 30 de abril actuará junto a su grupo en el Monumento Nacional a la Bandera, como parte central de un programa que abrirá a las 18 con la actuación de la Orquesta de Tango del Guastavino y que, siempre en el marco de “Malvinas nos une”, incluirá además la puesta en escena de la producción multimedia Operación Rosario, de Miguel Ángel Palma.

En ese marco, Spasiuk subirá a escena acompañado por una banda versátil, conformada por Marcos Villalba (percusión, guitarra y voz), Diego Arolfo (guitarra y voz), Juan Pablo Farhat (violín), Eugenia Turovetzky (cello), Javier Martínez (percusión) y Enzo Demartini (acordeón verdulera), a quienes se sumará como invitado especial el violinista rosarino Simón Lagier. “El concierto lo que hace es condensar mis músicas, de diferentes momentos, de lo más tradicional a las texturas y todas las improntas que tienen mis músicas en los últimos tiempos”, anticipa Spasiuk, y remarca: “En el grupo hay un santiagueño, un santafesino, un bonaerense, un porteño, una cordobesa, un entrerriano… es un grupo súper federal”.

Ese carácter federal es reflejo, también, del propio chamamé. La diversidad de miradas, por otra parte, habilita a la multiplicidad de matices que caracterizan a la obra de Spasiuk, un artista que ha sabido darle vuelo a las corrientes tradicionales del género, pero habilitando a la vez cruces estéticos con la música de cámara, la electrónica y folklores de distintas partes del mundo. Porque en más de tres décadas de recorrido, la obra del compositor misionero abarca desde el pulso tradicional de sus primeros discos hasta el mestizaje con la electrónica de Pino europeo (junto a Chancha Vía Circuito) o el intercambio con el guitarrista noruego Per Einar Watle en Hielo azul, tierra roja. Entre medio, y siempre con el chamamé como raíz, la apertura a géneros como el jazz, el rock, la música incidental.

Para Spasiuk, la clave central para diagramar sus grupos está en los vínculos. “Lo mío es una cuestión espontánea, es gente que me he ido encontrando en el camino y con la cual tengo afinidad estética –explica–. En relación a lo federal, sin lugar a dudas, sí, en el desarrollo de las músicas populares, y puntualmente en el chamamé, es clarísimo cómo cada provincia con su impronta, su mirada, su historia, expande ese lenguaje, lo desarrolla con características diferentes a las que lo haría otra provincia en otra zona de la región. Eso es lo más bello de esta tradición, en constante desarrollo, con una transmisión oral ininterrumpida. Podemos ver cómo ese desarrollo, esa expansión sigue. Estoy yendo ahora a Santa Fe, una provincia que a esta tradición le ha dado muchísimos compositores, poetas, estilos, formas. Todo ello es parte de un mundo sonoro enorme, que nos abarca a todos. Estoy yendo a dar un concierto a un lugar que tiene mucho que ver con la historia del chamamé, no solamente como lugar de transición de correntinos y provincianos de otros lugares que han pasado y se han afincado en Rosario, algunos quedaron definitivamente y otros siguieron hasta Buenos Aires. Pero Rosario no es solamente una ciudad que fue de paso, o que cobijó a muchos provincianos que migraron de sus lugares, sino que es un lugar donde muchos se establecieron y desarrollaron su actividad”.

– Todo esto que mencionás está relacionado con el proyecto “Chamamé en Santa Fe” del Ministerio de Cultura, que tuvo su punto de partida con el ciclo “Antología” desarrollado por Señal Santa Fe donde llevaste adelante la curaduría musical.

– Sí, estoy en contacto con éso, siempre atento a colaborar, desde mi punto de vista, en este laburo de puesta en valor de lo que ha tallado la provincia de Santa Fe en la construcción y desarrollo de esta tradición. Lo más importante de ese trabajo es hacer algo que a los argentinos nos cuesta un montón hacer, que es organizar el patrimonio que tenemos. Hay muchas cosas sueltas, que no organizamos como para que pueda acceder alguien que no conoce nada de esa tradición. No hay un sitio donde se puedan ver los autores, intérpretes, ensambles, acordeonistas, discografías del chamamé. No hay nada de éso organizado, ni cronológica ni estéticamente. Lo principal no es decir “nosotros tenemos esta mirada”, sino mostrar lo que hay, más allá de que uno pueda hacer distintas lecturas sobre eso que hay. Pero primero hay que poner todo junto, para tener una real dimensión de todo lo que hay. Se está en una etapa en la que hay que juntar todo eso que está suelto. Porque hay investigadores que han escrito, personas que han hecho pequeños documentales, difusoras y difusores de esta música en diferentes programas de radio. Pero todos esos universos no están conectados, cohesionados, como para que alguien que está buscando pueda encontrarse con toda esa información en un solo espacio. Creo que ése es el trabajo que se está haciendo, que es muy necesario, y que todas las provincias deberían hacer. Es algo que nos debemos, como patrimonio. A veces pensamos en Ariel Ramírez como el compositor de “Alfonsina y el mar”, y Ariel Ramírez, santafesino, compuso una de las obras más importantes de la música popular argentina, la “Misa Criolla”, que tiene un chamamé. Uno no lo asocia como chamamecero, pero ha compuesto, tallado y bajado mucha cantidad de música para esa tradición, es importantísimo lo que le ha dado al género como compositor. O Jorge Fandermole, como uno de los últimos grandes autores, que ha compuesto un tema como su chamamé “Oración del Remanso”. Esa información hay que ponerla en un solo lugar, para que podamos encontrarla todos los que queremos estudiarla y aprender. Ese es el trabajo que se está haciendo.

– Mencionabas la tradición oral ininterrumpida del chamamé, algo que es característico de muchas músicas populares. ¿Es posible empezar a llevar repertorio hacia la escritura?

– El tango lo ha hecho y nos lleva cien años de ventaja en esa dirección. El tango tiene estilos orquestales escritos y en el chamamé ni siquiera tenemos bien escritas las composiciones. Hay que empezar a hacerlo. En todo el folklore, y en el chamamé por supuesto, hace falta material escrito, para piano, para orquesta de cámara. Inclusive de composiciones originales en las cuales a veces escuchás al intérprete y cuando vas a la partitura es una revisión básica de la obra, no está volcada toda la información en papel.

– ¿Qué falta para que eso suceda?

– Hay que sentarse y hacerlo. Por un lado, esforzarse también uno. Ahora hay una nueva generación de chamameceros que escriben, que empiezan a escribir su obra y, en sus tiempos libres, escriben las obras que no están escritas. Pienso en Nico Cardozo, un gran acordeonista y bandoneonista que hizo un libro de Cambá Castillo, el autor de “El toro”. Esta nueva generación de músicos, que no viene solamente de la tradición oral y se han vuelto académicos, están empezando a escribir. También es responsabilidad de las instituciones empezar a hacer un acopio de ese patrimonio para que no se pierda esa información, para que sea material de consulta. Es un trabajo individual y colectivo, y es también una responsabilidad institucional. Y debemos esforzarnos por hacer lo mejor posible lo que está dentro de nuestra área. No es esperar que lo haga solamente el Estado, tenemos que hacer nuestra parte. Se trata de trabajar en conjunto, ponerse a disposición, ver lo que falta, plantearlo, llevar proyectos. Y exigir, en el sentido de presentar propuestas con entusiasmo, trabajar para crear las mejores condiciones en las cuales uno pueda encontrarse con esta información patrimonial. Porque lo que suele suceder muchas veces con el trabajo con las instituciones es esperar que generen espacios en los cuales uno pueda tocar en vivo, cuando uno toca una música que no es masiva, que está por fuera de las reglas del mercado. Aun cuando el mercado de la música en Argentina es muy pequeño, es un mercado en sí, y hay un montón de propuestas estéticas que no entran en esas reglas, entonces hay que protegerlas, generar espacios en los que esas tradiciones puedan expresarse para no desaparecer totalmente. Pero muchas veces creemos que el rol del Estado solamente es crear esos espacios donde esas obras se muestran en vivo, pero también hay que generar patrimonio, información. Siempre lo pienso en relación a Canal Encuentro: ¿vamos a esperar a que venga un canal de afuera a mostrarnos cómo somos o vamos a agarrar todas las herramientas que hay para contar nosotros mismos cómo somos? Ya sea desde lo audiovisual, lo musical, lo estético, el libro, la poesía, los ensayos, desde cualquier disciplina artística que haya. No digo que no se esté haciendo, sino que es importante ese ejercicio. Y aunque cambien las gestiones hay cosas que tienen que seguir desarrollándose. Hay trabajos que deben continuar.

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