El Ideal celebró su recuperación junto a Mauricio Dayub

El teatro provincial, bastión cultural de Venado Tuerto, ciudad cabecera del Departamento General López, festejó otro aniversario con la presentación de “El equilibrista”, obra del reconocido director y dramaturgo, que tuvo una doble programación y localidades agotadas.

“…A veces los logros consisten en representarse a sí mismo…” (Mauricio Dayub)

(Texto: Paul Citraro. Fotos: Martín Wullich) El pasado jueves 17 se llevó a cabo una nueva celebración por la recuperación del Teatro Ideal, ese bastión cultural en la ciudad de Venado Tuerto. Y entonces, todo lo que toca la palabra recuperación queda teñida: una película, una idea, un libro, una conversación, una obra de teatro, una cara. Una expresión habitada, repleta, hecha de afecciones, de esperanza, de síntesis, de derrota, de incomodidad, de lo que debió ser nunca, de lo que debe mantenerse siempre. Lo oculto que habita en silencio detrás de una historia que se celebra cada año con mayor potencia, todos los 17 de agosto.

Para esta edición, el actor, director y dramaturgo Mauricio Dayub, llegó a la ciudad con su espectáculo teatral “El Equilibrista” con una doble programación de localidades agotadas. ¿Por qué tanto éxito? Probablemente por el soporte que existió detrás, por el esmero involucrado, por las personas que respiran parecido, porque la necesidad del sentir está mucho más cerca de lo que se cree. “El Equilibrista” está basado en una historia personal del autor que habla de un lenguaje común, de personas hechas por dos mitades, amalgama de poesía y luchas reunidas en una sola expresión. Entonces, aparecen en escena un inmigrante italiano (que es su abuelo y su abuela), su padre, un subastador de obras de arte, los tíos guardavidas y árbitro de fútbol o él mismo en su mocedad. Todos en la misma piel de un actor para que el teatro se transforme en estado vivo y puro y la palabra pueblo no sean solo un vocablo sino suelo firme, dirección y sentido y lucha interior.

Una canción popular para hacerla voz cierta y quitarle el anonimato al que parecía condenada. Acaso la vida sea eso, un equilibrio sobre un piolín para que una verdadera primavera suceda en invierno. Pero lo notable de esta edición, quizá fueran las coincidencias de vocaciones; tanto el actor como el teatro están muy cercanamente cosechando años y flores. De eso se tratan algunas recuperaciones, de expropiar un problema y convertirlo en una solución, en felicidad. El resto es historia. Una cara. Una cara visible en el comienzo. La cara que abrió la puerta y la dejó abierta para que todos los que venimos atrás, podamos entrar.

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