(Texto: Sofía Estanga Burgos) Flor Croci es una de las mujeres más reconocidas de la música local por su aporte a la cultura popular y a la ampliación de derechos de las mujeres y disidencias. Pasaron más de 30 años desde que supo abrirse camino en un ambiente y una sociedad machista y patriarcal. En su perfil de Instagram se define como compositora, cantante, guitarrista, bajista y profesora de arte en música. Con un talento indiscutible, acompañado de perseverancia, fue dejando su sello en mundos que, por aquel entonces, no la incluían. «Fue un camino duro y largo», resume la artista.

Desde siempre quiso ser música. «En mi familia siempre hubo música en vivo, tanto de parte de mi padre como de mi madre y desde muy temprana edad empecé a estudiar guitarra en Chopen, el conservatorio de mi barrio: la escuela más hermosa de música que puede tener Rosario», dice Croci.

Su destino en la música estaba escrito, aunque ella quizá no lo sabía aún. Podría decirse que siguió el linaje familiar femenino: su mamá, María Elena, tocaba el piano que estaba en la casa familiar y María Asunción, su abuela, era maestra de piano. Dos mujeres que se convirtieron en inspiración para ella.

Su construcción artística siempre estuvo entrelazada con una construcción cultural, identitaria y política. «La militancia apareció al mismo tiempo que armamos Cambio de Hábito (NdR: la primera banda de mujeres de la ciudad integrada por Flor y Paula Croci). El nombre nace como consecuencia de una machiruleada que sufrió mi hermana Paula por parte de unos músicos rosarinos que la contrataron para trabajar una temporada en Chile y la dejaron tirada allá», explica Flor.

Además comenta que, a su hermana, le pagaban menos y la destrataban constantemente. Una actitud que estaba claramente vinculada a su condición de mujer. «Ahí creo que empieza mi lucha por la igualdad. Por querer hacer militancia y abrir camino a las que vendrían después de nosotras», sostiene. Como consecuencia de aquella historia que dio inicio a la banda compusieron una canción haciendo alarde de lo sucedido, titulada «Cabro culeado, asco me das».

El arte para la música es un medio de expresión muy importante para la humanidad y asegura que no puede existir sin subjetividad. Para ella «la subjetividad está asociada a la incorporación de emociones y sentimientos al expresar ideas, pensamientos o percepciones» por eso «no puede haber arte sin subjetividad».

El presente del país ante un gobierno nacional que golpea constantemente el arte y la cultura la angustia profundamente. «Nos están aniquilando de a poco», confiesa, y agrega: «Quieren eliminar a las generaciones pensantes, nos quitan voz y voto y nos reprimen. Nos están quitando derechos y hasta las ganas de vivir. Es imposible sobrevivir tanto física como mentalmente». La situación la frustra y una pregunta resuena en su cabeza: «¿Estamos a la deriva en un barco pirata sin timón?». Aún así elige no bajar los brazos y está convencida de que recuperar la calle es el camino.

El tiempo, la música y la militancia atravesaron a Croci por completo, permitiendo entender que las luchas eran colectivas y que el sistema patriarcal no solo estaba instalado en los géneros musicales sino en la vida misma. Recuerda que la imagen de las mujeres agrupándose no surgió de un día para el otro, sino que implicó un camino largo: «Al principio éramos muy pocas, ahora luego de los martes verdes que empezamos a militar para conseguir el derecho al aborto legal seguro y gratuito, nos hicimos más fuertes y esa gran ola arrasó con todo un sistema que estábamos cansadas de cumplir», revela.

Flor explica que como consecuencia de la fuerza feminista, aquellos patrones hegemónicos del rock, a los que la artista tuvo que enfrentarse en sus inicios y que parecían imposibles de derribar, fueron quebrantados a través de sus luchas y manifestaciones. «La música se convirtió en un medio para poder decir y deconstruir todo el cimiento mal hecho», manifiesta.

Y si hablamos del paso del tiempo, la Flor de Cambio de hábito no es igual a la Flor actual. «La línea de tiempo va con la historia y con sus batallas ganadas y perdidas. Hay hitos que nos pertenecen y nos hacemos cargo y hay baches que prefiero no acordarme y seguir mi camino», admite Croci, y ante la pregunta sobre qué le diría hoy a esa mujer que dio sus primeros pasos responde con énfasis: «¡Dale loca…hay que seguir!».

Apostando siempre a la calidad y diversidad musical, asegura que preferiría no ser encasillada como «rockera», algo que le sucede desde hace ya 30 años y explica: «Pese a que los géneros musicales son uniformes y en los 90 estábamos muy uniformados con el vestuario y con todo lo que conlleva ser rollinga, ser rockero, ser heavy y etcétera, la verdad que no me gustan para nada los uniformes».

De su variedad de facetas y los avatares que tuvo que atravesar surge «Ruptura», la propuesta que este sábado 5 de octubre (a las 18, con entrada gratuita) presentará en el ciclo Terraza siempre Terraza de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085), acompañada por Daniela Martinez en batería, Yair Belén en bajo, La Otra Solange en teclados y Tutitah en guitarra y coros.

«‘Ruptura’ es una canción que compuse cuando en mi vida algo se rompió y traté de transformar esa frecuencia para poder seguir adelante con mis proyectos. Es un hilo que se corta y no tiene vuelta atrás. También siempre haciendo alarde a romper con los patrones hegemónicos del rock y de las relaciones patriarcales que tanto me costó romper. Y creo que al fin lo puede conseguir después de tantos años de lucha con esta Alternativa Experiencia», concluye.