La contemplación poética iluminada por el misterio de la infancia

La segunda entrega de la serie de entrevistas Letras Santafesinas tiene como protagonista a Candelaria Rivero. La poeta santafesina obtuvo una mención en el Premio provincial de Poesía “José Pedroni" 2022 con su obra “Un rectángulo negro por donde entra la claridad”. Su último libro publicado es “Esa radiante pretensión”.

(Texto: Gabriel Zuzek) Existe un desafío emotivo, una exigencia imprecisa o, tal vez, la necesidad implícita de un sol al atardecer para zambullirse a escribir un poema. Hay en ese acto un enigma, una reivindicación secreta y un testimonio humano que suele ser incontenible. La poesía de Candelaria Rivero se asemeja a un espacio de lo cercano, como el latir de un corazón que se olvida de su propio objetivo y palpita en diferentes horizontes con la subjetividad filosófica de involucrarse a fondo.

“La escritura surgió desde un primer momento de manera espontánea y orgánica y también como espacio de intimidad y potencia”, expresa Rivero al rememorar sus inicios como escritora en los años de su adolescencia. Y fue allí donde quedó sellado plantearse la escritura «como un oficio al que quería dedicar mi tiempo”.

La poeta, nacida en Santa Fe hace 39 años y que además desarrolla el arte de la fotografía, no tiene la necesidad de enunciar escenarios determinados porque sus palabras nacen en “territorios imaginarios, aunque siempre de modo tangencial aparecen, de una u otra manera, la vegetación, el río, la naturaleza, las calles de tierra y las edificaciones en ruinas”.

Y añade: “Considero que existe un elemento que ha tenido fuerza en mis textos, y fue el hecho de haber crecido en un barrio muy pequeño, con vista al campo y rodeada de árboles. De manera recurrente, el territorio de la infancia, destiñe su voz a lo largo del tiempo y del decir poético”.

El estado poético puede transmutar. De hecho, lo hace casi de manera obstinada porque las palabras resuenan como un vaivén de olas concéntricas que llaman a aquello que teníamos olvidado. Y es en ese punto donde reside lo que podríamos llamar el estadio humano.

Al momento de hablar sobre los estímulos, Candelaria Rivero señala: “Suele motivarme la belleza, en todas sus manifestaciones, estar en presencia de lo bello me cautiva. Esa belleza de la que hablo suelo encontrarla en lo mínimo, en lo concreto y en lo cercano. Me motiva también todo el misterio que hay oculto en lo otro, en lo distinto y en todo eso que se da en el cruce, en el ir y venir de lo propio o lo familiar a lo extraño”.

Por último, subraya: “La escritura no está separada de la vida, ni lo que enuncio está separado de mis propias vivencias. Entiendo la escritura como parte de un mismo movimiento vital. unido a la vida, porque va, desde su origen, ligado a funciones vitales. Todo decanta; y el vivir y el hacer poesía son acciones que en mí nacen fusionadas desde su constitución. Por eso considero imposible afirmar que podría hacer la poesía que hago dejando mi vida de lado, generando una separación o escindiéndome por momentos”.

Biografía

Candelaria Rivero nació en la ciudad de Santa Fe en 1984. Ha publicado “Los árboles azules” (2007), “La danza del después” (2011) y “Los abrazos posibles” (2013), todos editados por La Gota. También escribió “El libro que pedía nacer” (Editorial Juanito Laguna, 2015), “Fénix” (Editorial Jardín de luz, 2015), “Mujer frutal” (Ediciones Jardín de luz, 2016) y “Curuzú” (Ediciones del campamento, 2017, Santa Rosa de Calchines). En 2018 publicó “Azuralia” bajo el sello propio Jardín de Luz Ediciones. En 2021 sacó “Poesía Reunida” (Ediciones Legüera Cartonera). En 2020 lanzó los ensayos sobre cine “Un rayito del sol” y, un año más tarde, “Un traje deshilachado”, ambos por el sello Ciudad Gótica de Rosario.

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