El viernes 14 de marzo, nuevamente en el centro cultural ATE Casa España, la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe presentó su segundo concierto de temporada con un aura especial. Fue en el marco de los eventos por el mes de la mujer coordinados por el Ministerio de Cultura de la Provincia. Las entradas, siempre gratuitas, se habían agotado dos días antes de la fecha límite, lo que se tradujo en una sala repleta con más de setecientas personas atentas a la propuesta.
En el podio no estuvo el Maestro Silvio Viegas, como en el concierto de apertura, sino que, mientras él estaba en las gradas, en su lugar habitual estuvio la Maestra Sandra Cepero Álvarez, cubana de nacimiento, educada para la música en la Habana y Estados Unidos, principalmente. Además, la obra para violín solista que incluía el programa convocó a la destacadísima instrumentista cordobesa Lucía Luque Cooreman. Dos mujeres, referentes artísticas de su generación, que sobresalen en escenarios de todo el mundo, juntas en Santa Fe.
Con la dicha de tener una dupla de invitadas galardonadas internacionalmente y un programa atractivo que sumó una obra compuesta por una santafesina laureada, el resultado no fue otro que el absoluto disfrute de todos los presentes.
De mujeres y de música
El concierto comenzó con la interpretación de “Treintaitres”, de la autora local Águeda Garay. La inclusión en el repertorio de la obra, escrita exclusivamente para cuerdas, reflejó el reconocimiento a la docente, compositora y pianista, y el aporte de la Sinfónica santafesina y la cartera de Cultura para resaltar el trabajo de las mujeres en la música académica, promoviendo la diversidad y la representación femenina en el ámbito cultural. La pieza fue hermosa y elocuente, de un brillo encantador y una sonoridad prístina. Violines, violas, violonchelos y contrabajos unieron sus voces engalanando la noche. Al finalizar la pieza, la Maestra invitó a Águeda al podio para que reciba su merecido reconocimiento.
En segundo término se pudieron escuchar las notas del «Concierto para violín Nº 1 en Sol menor, Op. 26» del alemán Max Bruch. Esa fue la oportunidad donde brilló Lucía Luque con su eximia ejecución de violín en una de las obras más bellas y emotivas del repertorio para su instrumento. La composición exigió al máximo a la solista, que tocó de memoria, con pasajes de gran expresividad y técnica. Ella hizo ver fácil lo complejo, con gran virtuosismo y profunda musicalidad. Su dominio del arco fue trascendente, dándole entidad a las emociones que brotaban de la creación artística.
El concierto remató con la «Sinfonía Nº 3 en sol menor, Op. 36» de la francesa Louise Farrenc, obra maestra del romanticismo que poco a poco está ganando el reconocimiento que otrora no consiguió. Ahí fue donde Cepero reafirmó la autoridad académica que la avala y que venía dejando ver en las dos presentaciones anteriores. Fue el espacio reservado para su grandeza. Ya lo había tenido Garay, luego Luque, y ese fue su momento. Descubrió todo su talento y demostró por qué se ganó el respeto en el ámbito de la dirección orquestal, un nicho históricamente dominado por hombres donde, de a poco, lo femenino va marcando cada vez más el terreno. Fue muy hábil manteniendo la cohesión en el ensamble en todo momento, con una gestualidad muy clara y expresiva que le dio vida a la partitura, demostrando que es una directora con gran potencial y prestigio en ascenso.
El concierto en el mes de la mujer fue otro gran éxito cosechado por la Sinfónica santafesina que viene trabajando arduamente por seguir ofreciendo propuestas atractivas para todo público, renovando con cada presentación el vínculo que mantiene con su audiencia, celándolo y cuidándolo como lo que es: el capital más valioso que tiene.
