Crónica 10/05/2025

La Sinfónica santafesina volvió a llenar sala de la mano de Gustavo Fontana y Juan Pablo Arizpe

El organismo provincial se presentó en el Centro Cultural Provincial, en la que fue su quinta actuación de la temporada. El público celebró la participación del director invitado y del violín solista.

Ante más de 750 personas, entre las que estuvieron presentes el secretario de Desarrollos Culturales de la Provincia de Santa Fe, Paulo Ricci, y la directora de Espacios y Organismos Culturales, Patricia Hein, la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe se presentó el viernes 9 de mayo en el Centro Cultural Provincial, en lo que fue su quinto concierto de temporada 2025. Con una gala titulada «Contrastes musicales», la Sinfónica invitó a transitar por dos estilos y épocas distintas: el clasicismo vienés y el romanticismo tardío ruso.

Con el podio ocupado por el Maestro Gustavo Fontana como invitado, reconocido director argentino con amplia experiencia en diversas ramas de la música, el programa comenzó con el Concierto para violín Nº 5, «Concierto turco», de Mozart, donde participó el violinista Juan Pablo Arizpe, integrante estable del organismo instrumental, como solista. Con una destacadísima actuación, Juan Pablo demostró una hermosa técnica dándole vida a la música, denotando un exquisito dominio técnico y una musicalidad madura que por momentos hacía olvidar su juventud. Con un sonido claro y articulado, de memoria, supo mantener el equilibrio propio del estilo clásico sin caer en excesos expresivos. Mostró gran seguridad en los solos y mucho respeto en los pasajes del conjunto. Traspasó el espejo del tiempo llevando al público a 1775, una maravilla.

Como remate, Arizpe interpretó el primer movimiento de la la Sonata para violín solo N2, Op. 27 de Eugène Ysaÿe, e hizo estallar el teatro en aplausos por segunda vez.

Autoridad en el podio

En la segunda parte del concierto, la orquesta ejecutó la «Sinfonía Nº 2 en mi menor» de Rachmaninoff. Fue un viaje vibrante por los matices del romanticismo, sostenido por un ensamble comprometido y un director de pulso firme y expresivo. Fontana hizo que la obra viva con una gran amplitud sonora y un fino manejo de las tensiones emocionales que carga la pieza. Articuló todo permitiendo que cada sección de instrumentos encontrara su lugar sin perder el hilo narrativo y supo combinar lo melancólico con lo dramático. El Maestro ofreció una visión personal de la obra que no olvidó el espíritu de Rachmaninoff. Fue muy preciso, guiando cada movimiento con soltura, manteniendo siempre el equilibrio entre intensidad y contención.

Santa Fe tuvo otra noche maravillosa gracias al trabajo de una orquesta que es del pueblo. Una orquesta entregada al desarrollo del arte como expresión y espacio de introspección para todos los que gusten acercarse a escucharla en vivo.