(Texto: Gabriel Zuzek. Fotos: Gentileza Nora Lezano-Revista Barullo) Después de escuchar una y otra vez las interpretaciones de Liliana Herrero se puede deducir que en esas melodías su voz piensa y nos hace vibrar. Se expresa de tal manera que nos hace detenernos a mirar fotos suyas en recitales, en entrevistas, en entregas de premios. Retratos en blanco y negro, en color, y es a través de ese prisma en la que aflora una mirada inteligente, sutil, impiadosa. Son épocas difíciles y oscuras para transitar por los escenarios, por eso salir a cantar es un acto de justicia y una profunda manera de seguir transmitiendo la esencia que a veces puede aparentar fragilidad, pero siempre está encubierta con la elegancia de la fortaleza.

Este sábado 17, a las 21, Liliana Herrero regresará a Rosario para brindar un concierto gratuito en el Teatro de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza). Las entradas pueden retirarse desde una hora antes del concierto, hasta dos por persona, en la boletería del Teatro.

– En estos tiempos difíciles que nos toca vivir, ¿cómo lleva adelante el oficio de cantora?

– En estos días oscuros y de tanta incertidumbre, cantar se ha tornado muy complejo. No sólo para mí por supuesto. Los salarios se han licuado notablemente y al público le cuesta mucho más realizar otros gastos que no sean los imprescindibles. Nosotros, los músicos, seguimos cantando porque sabemos que nos hace bien a todos.

– Usted tiene una extensa carrera, ¿realiza el ejercicio de analizarla retrospectivamente?

– A veces escucho mis discos. Otras, no. Pero cuando los escucho me alegra haberlos realizado porque hay buenas ideas y he logrado escapar de cierta estandarización impuesta por el mercado discográfico.

– Tengo la idea que una memoria se compone de recuerdos y también de olvidos. A la hora de subirse a un escenario, ¿qué papel juegan para usted los recuerdos y los olvidos?

– La memoria siempre está presente en la música. Puede uno no ser consciente de eso en el escenario, pero siempre está, en el fraseo, en los temas elegidos, en ciertas palabras que uno quiere nombrar.

– ¿Qué significa para usted volver a presentarse en el teatro de la Sala Lavardén de Rosario?
– La Sala Lavardén es la gran memoria del arte rosarino. Me da mucha alegría regresar allí pues si de alguien es ese teatro es de todas las búsquedas artísticas que ha tenido esa ciudad, sea la práctica artística que sea.