(Texto: Edgardo Pérez Castillo. Fotos: gentileza Santos Loza) Martín Ameconi no puede enfocarse en dos actividades en simultáneo. Al menos hasta hace algún tiempo. En su preadolescencia, las ansias de convertirse en dibujante fueron reemplazadas por la música. Una vez allí, la guitarra se desplazó por el piano y los estudios de conservatorio. Ya convertido en docente, sesionista, solista y líder de grupos, Ameconi pudo dedicarse plenamente a la labor musical. Hasta que el desconcertante impass pandémico lo reencontró con aquello que había dejado veinte años atrás: en el encierro obligado, el músico bonaerense volvió a dibujar. Manteniendo a la música como eje temático, sacó a relucir su memoria para rastrear en algunas de las entrevistas que consumía con devoción en la televisión por cable de los años 90. Así, las voces de los músicos se convirtieron en el sustento de “Animaciones salvajes”, las piezas breves que cobraron vuelo propio y que por estos días van alimentando ya una tercera temporada, y que este viernes 24 de junio podrán apreciarse en plenitud en pantalla grande en Plataforma Lavardén (Mendoza 1085, Rosario). Programada a las 21 en el Gran Salón, la función también echará por tierra aquello de enfocar en una sola cosa: con “Animaciones salvajes” Ameconi exhibirá en simultáneo su labor como dibujante, completando las proyecciones con reversiones en solo piano de temas referenciales del rock. Las entradas pueden adquirirse en www.entradaslavarden.com.

Martín Ameconi nació en Marcos Paz (provincia de Buenos Aires) y se instaló en Ciudad de Buenos Aires para desarrollarse como músico. Sesionista, solista, líder de grupos como Los Pulpos, El baile de los salvajes y más cercano en el tiempo, Ninjas Salvajes, cuando vio interrumpida su actividad en público por las restricciones sanitarias, Ameconi se permitió un aprendizaje que lo reencontró con dos actividades lúdicas de su infancia: el dibujo y el consumo casi adictivo de entrevistas televisivas. El resultado fueron una serie de piezas breves que, bajo el título “Animaciones salvajes” y alojadas en las redes de El baile de los salvajes, lograron un impacto inmediato, atrayendo también la atención de algunos de los propios homenajeados. Porque de éso trata la propuesta de Ameconi, que mediante la presencia permanente de Salva (el personaje enmascarado, en actitud de exclusiva escucha, al que reconoce como su alter ego) reúne a Charly García, Fito Páez, Andrés Calamaro, Gustavo Cerati, Bob Dylan, Liliana Herrero, Luis Alberto Spinetta, Santiago Motorizado y etcéteras varios. 

– ¿Cuáles fueron los criterios de curaduría, los parámetros que estableciste para definir qué fragmentos de entrevistas quedaban y cuáles no?

– Yo aprecio mucho cuando estoy viendo algo y encuentro que tiene un criterio de curaduría. En mi caso me baso en dos cosas, en principio no reírme nunca del artista, sobre todo en las animaciones que tienen una intención más humorística, más lúdica. Después busco que las animaciones carezcan de cinismo. Y que no tengan solemnidad, sobre todo con las frases que tienden a la reflexión, o que parece que tienen un mensaje: en esos casos trato que no sea muy claro, no me interesa que estén bajando una línea. Trato de cuidarme de esos extremos, que no vaya para la solemnidad, el cinismo, o que no exista ningún tipo de risa hacia el artista.

– Incluso cuando el contexto en que esos artistas aparecen pueden tener que ver con el delirio o el absurdo…

– Claro, busco sacar de contexto. El que más se presta para éso es Spinetta, que es como el maestro Yoda: tiene una cosa más enigmática. Por ejemplo cuando dice: “El amor es como una vaca ausente de la que mamo” y lo pongo mirando un cuadro de una vaca. El humor tiene que ver con sacar de contexto. O, por otra parte, con poner algo muy literal. Es por ahí el caso con algunas cosas de Charly, que si está diciendo un delirio, lo grafico.

– En las animaciones hay también una búsqueda del crossover, un cruce de referencias con series y películas, a veces más explícitas que otras. ¿Son también homenajes o seleccionás atendiendo a cómo funcionan dentro de cada guión?

– Todos los artistas, series y películas que aparecen me gustan. Es como jugar con los juguetes que me gustan. No puedo tocar canciones si no me gustan, ni dibujar lo que no me gusta. Es una limitación, porque me suelen pedir animaciones de artistas y sé que funcionarían muy bien, pero si no me gusta no lo puedo hacer. Si no le encuentro capas de lectura prefiero evitar algo que no tengo muy claro como universo.

En ese marco, la presentación en el Gran Salón de Lavardén reunirá la proyección de episodios y la interpretación de algunas de las canciones que allí suenan, adaptadas al formato de solo piano. Aunque el cruce también deparará algunas sorpresas. “Ya el hecho de ver las animaciones en pantalla grande es todo un cambio –anticipa Ameconi–. Yo dibujo pensando que se vea en pantalla grande, aunque sé que muchas personas lo terminan viendo desde el celular. Y en relación a las canciones trato de hacer temas que se luzcan en el solo piano, por ahí no son las mismas que aparecen en el capítulo, las voy adaptando. Y hay dos vertientes, agarrar temas muy de banda para adaptarlas, y tocar también otros temas bien de piano”.

Por estos días, Ameconi prepara además el lanzamiento del tercer episodio de la tercera temporada de “Animaciones salvajes”, que tendrá a Calamaro como protagonista. En los dos primeros capítulos, fueron Páez y García quienes tuvieron presencia narrando momentos claves de sus infancias. Sin embargo, quien cobra ahora mayor protagonismo es Salva, en un giro coyuntural al cual atender: si en pleno aislamiento Ameconi puso a su alter ego a recorrer el afuera (o, mejor aún, múltiples afueras), en tiempos de reapertura el artista se permite cierta introspección y enfoca la mirada sobre “El mundo de Salva”, cruzando situaciones cotidianas con un entramado que empieza a dejar pistas para una historia que se irá construyendo episodio a episodio.

“Está pensado de ese modo, ahora tengo que dotar a Salva de personalidad –reconoce Ameconi–. Antes era un testigo que estaba al lado del artista, ahora le tienen que pasar cosas. La idea era mostrar qué pasaba con él antes y después de entrar en el mundo del artista, al que entra de una manera que no se entiende muy bien, no sabemos si tiene un walkman mágico, si está loco, si se duerme… De ese mundo onírico siempre vuelve con algo, un elemento que nos pone en duda si lo que vimos pasó o no, y nos pone en jaque la cordura de Salva”.

Influenciado, entre otras cosas, por las series BoJack Horseman, The Midnight Gospel y Mad Men, por la filmografía de Spielberg y Robert Zemeckis, Ameconi buscará ahora darle vuelo a su propia serie: “Quería hacer algo maś seriado pero sin perder la pata en el mundo de los artistas. Ahí apareció este punto intermedio en el que están las dos cosas, la historia tiene que ver con lo que pasa en el mundo del artista y también en el de Salva, y en algún momento al final de la temporada vamos a ver si se empiezan a encontrar. Me gustan mucho las historias que cierran perfectamente, donde te estuvieron plantando la idea todo el tiempo, esas que cierran por todos lados, que la cuentan con timing perfecto. Es algo que me propuse con esto: sé cómo empieza y termina, pero lo del medio lo iré descubriendo. No sé a dónde va, pero sé qué quiero que pase. Voy poniendo elementos que después voy a agarrar y les voy a dar un sentido. Es lo que me divierte a mí”.