Una celebración de alto impacto

El talentoso cantante y compositor rosarino Pablo Jubany llega a Lavardén con un show focalizado en David Bowie. Con una gran puesta en escena, suma la participación de destacados músicos.

(Texto: Edgardo Pérez Castillo. Fotos: Maxi Conforti) Profundo conocedor de la obra de David Bowie, el rosarino Pablo Jubany se lanzó a la compleja tarea de celebrar la vasta producción del polifacético artista británico. En marzo de este año, rodeado por un equipo de músicos y técnicos de alto nivel, Jubany puso en escena “Sound and Vision: el mundo de David Bowie”, espectáculo al que definió como “una celebración”, y que luego de una serie de elogiadas funciones volverá a escena este jueves 12 de octubre, a las 21, en el Teatro de Ciudad Cultural Lavardén (Sarmiento y Mendoza, Rosario).

Acompañado esta vez por Barfeye (bajo y coros), Mariano Ruggieri (piano y sintetizadores), Martín «Dez Moabit» Vacchiano (guitarra y coros), Pablo Rivas (guitarra) y Leandro Giandoménico (batería), Jubany (voz, saxo y programaciones) volverá a recorrer parte del enorme repertorio de Bowie desde un criterio que escapa a la lógica del tributo o la mera sumatoria de clásicos (abundantes en el cancionero del británico), y que busca concentrarse en lograr un impacto en el público, apelando “más a la intensidad que a la nostalgia”.

Y si allá por marzo el resultado de esa búsqueda (el impacto) era aún incierto, las primeras funciones del espectáculo le permitieron a Jubany confirmar que iban por buen camino: “Lo que me pasó es que estaba haciendo una jugada pero de la que no sabía qué resonancia y receptividad podía tener. Era una apuesta, en la que tenía como garantía mi conocimiento profundo de la materia, modestia aparte, porque es la realidad, tengo muy estudiada la obra de Bowie y su legado. Eso me permite ver dónde poner el énfasis, el acento. Pero me generaba cierta aprehensión que eso resultara en algo muy específico que no resonara en el público (pese a que confiaba en que así fuera). Ahora tengo la tranquilidad de que funcionó muy bien, no sólo para el público sino para quienes me acompañaban en la puesta”.

En ese sentido, el cantante rosarino remarcó: “Aposté a algo que no fuera el típico tributo donde van a escucharse temas de otro. Buscaba esquivar eso por varios motivos. Uno, por lo inabarcable de Bowie. Pensé dónde mirar desde lo visual, y el año pasado lo encontré en ‘Moonage Daydream’, la película de Brett Morgen que es una evocación del universo de Bowie. Me pareció muy piola el acercamiento de tipo collage, evocar el espíritu en tanto artista y lo que ha aportado. Luego, por la cuestión musical no tenía ganas de imitar a Bowie, pero sí conjurar un poco el espíritu de un show de Bowie. Eso implicaba salir del molde del tributo, donde escuchás un hit atrás del otro. Siempre Bowie apostó a un repertorio que tuviera algunos de los temas más conocidos, pero después apostaba a otros que le rendían mucho en vivo, más allá de su condición de hit o no. A eso apunté a la hora de confeccionar un repertorio, no hacer una romería, sino incluir los temas que más impacto podían tener en vivo. A partir de mostrar el show, me pude sentir revalidado en mi posición, no sólo con el público sino con los involucrados, que vieron que el show funciona en sí mismo. No por ser un show para fans, sino porque está pensado para que incluso alguien que nunca escuchó un tema de Bowie pueda ver que tiene contundencia y sentido de unidad. En el formato se apela más a la intensidad que a la nostalgia, provocar un sacudón emocional y cognitivo en el público que la mera complacencia”.

– Conformaste una banda de músicos muy talentosos, que tienen formaciones y recorridos disímiles. ¿Fue una decisión ajustada precisamente a la amplitud sonora de Bowie?

– A la hora de convocar a los músicos, y de dirigirlos, busqué lograr un show de alto impacto, con mucha intensidad. En la medida de lo posible, busqué músicos con mucha versatilidad. Y, a la vez, los elegí pensando en un estilo unificador, con un hilo conductor. También me resultaba importante que tuvieran incorporado en términos vivenciales la obra de Bowie, que no les fuera ajena. En el caso de Mariano fue lo más difícil, porque insistí en que fuera un pianista de jazz, dado que una de las cosas que más me interesaba recrear era el piano de Mike Garson, que fue un elemento disruptor en los discos de Bowie, y que además tenía una especie de rol de jugador libre que iba tocando piano de jazz arriba de lo que tocaban los demás. Para mí era importante que fuera un músico de jazz consumado, y afortunadamente dimos con Mariano.

– Muchos de los músicos de la banda son, al igual que vos, compositores. ¿En cuánto suma la mirada autoral al momento de abarcar la obra de Bowie?

– Creo que sumó mucho. En el caso de Mariano sobre todo, porque si bien buscamos hacer una analogía en el puesto que ocupaba Garson, los músicos de jazz suelen tener su propio lenguaje. En el caso de Martín y Barfeye, por supuesto sus miradas tienen lugar. Son instrumentistas muy versátiles y precisos, artistas que pertenecen a esta nueva generación de chicos que juegan un poco en todas las áreas, porque además de hacer buenas canciones también tocan muy bien. Entonces no sólo aportan ideas como músicos creativos sino que tienen una comprensión estructural de la música, de las canciones. El hecho de ser creadores hace que el approach a las obras venga con una comprensión.

Una puesta de alto impacto

Bajo la dirección general de Jubany, “Sound and Vision: el mundo de David Bowie” cuenta con producción de Diego Castro y Franco Zacarías, y se propone como un espectáculo inmersivo. El impacto de la puesta se vincula con las creaciones de Hernán Roperto y el propio Jubany en las visuales, a partir de la adaptación de una idea original de… David Bowie. Así lo explica Jubany: “Tratamos de tomar una lección de lo que Bowie deja como legado artístico, no solo como lenguaje sino también de utilización de recursos. Esta puesta es novedosa, jugada, pero no es prohibitiva en términos de costos. Son recursos bastante sencillos que tomamos de la gira ´Sound and Vision´ de Bowie (de 1990) que también la utilizó en el festejo por los 50 años en el Madison Square Garden: es una pantalla traslúcida que está delante del escenario, sobre la que se proyectan imágenes que generan una sensación de tridimensionalidad. No es algo tan costoso, sino una gran idea que utilizó muy sabiamente. Lo que me pareció muy novedoso es cómo en ese momento se sincronizaban las imágenes con la música, algo que ahora es más habitual. Me parecía buenísimo afanar esa idea extraordinaria”.

A ese recurso, explica Jubany, le sumaron otro que buscó potenciar el efecto: “Utilizamos pantallas led en el fondo del escenario, entonces las dos pantallas, la traslúcida y la de led atrás, generan una sensación de tridimensionalidad que está buenísima. Dimos con algo que está buenísimo, que tiene más que ver con el ingenio que con el riesgo en términos económicos o técnicos. Es una idea muy ingeniosa puesta al servicio del espectáculo”.

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