(Texto: Edgardo Pérez Castillo) Más de doscientos años separan a los puntos de inicio y cierre de Tecnologías de lo sagrado. De las fantasmagorías a la IA, una genealogía de las imágenes técnicas, el libro que le valió a su autor, Gustavo Galuppo Alives, el Premio Provincial de Ensayo “Juan Álvarez” en la categoría inédito. La obra es el resultado de tres años de trabajo en los que el realizador, docente y teórico rosarino le dio forma también a una tríada de videos que tuvieron como objetivo trabajar sobre las fantasmagorías, ilusiones ópticas (fantásticas, diabólicas, cautivantes) que nacieron a fines del Siglo XVIII y que en las primeras décadas del 1800 fueron perfeccionadas por el físico escocés Robertson. Destacado en la producción de obras de video experimental y cine de ensayo, Galuppo se volcó a las fantasmagorías apelando a la creación de imágenes a través de inteligencia artificial, completando así un arco histórico al que, pronto, decidió completar en una obra atrapante, rica en detalles e historias, atravesada por la mirada filosófica y conceptual que es, también, la que caracteriza a su obra audiovisual.
Desde la mirada del jurado que la seleccionó ganadora, la obra “construye una trama inteligente y atractiva sobre la historia de la imagen. La fotografía, el cine, la televisión, el video, la imagen digital se describen encadenando nombres y fechas en una andadura artesanal muy lograda. El texto es erudito, rico en derivaciones, pero al mismo tiempo accesible a la comprensión de un público no específico. La temática abordada es de sugerente actualidad y permite pensar el presente desde nuevas perspectivas y aristas. La obra pone de manifiesto el desarrollo de un lenguaje ensayístico logrado”.
Las fantasmagorías, la fotografía, el cine, la televisión, el video y la inteligencia artificial van anudándose en un recorrido cuyo final es, por supuesto, abierto, incierto. Y es allí donde el trabajo de Galuppo debe pensarse como un aporte sustancial a debates urgentes en torno a la irrupción de la producción asistida por inteligencia artificial. El análisis del autor se dio aquí, como en procesos anteriores, en simultáneo con la creación audiovisual.
“En general trabajo al mismo tiempo en video y empiezo a escribir, como dos formas de pensar en lo mismo, a través del video y a través de la escritura -explica Galuppo-. En este caso no sé exactamente qué fue primero, pero arranqué a trabajar sobre las fantasmagorías. Esto fue hace tres años e inmediatamente descubrí el universo de las nuevas imágenes de la inteligencia artificial y se fue conformando este arco de imágenes que va desde las fantasmagorías hasta la inteligencia artificial. El resultado fueron este libro y una serie de tres videos, uno de los cuales (“El alfabeto de los nadies”) ganó el Premio Colección del Salón Nacional y está instalado en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro), en formato de instalación”.

– Las fantasmagorías y la inteligencia artificial son las dos puntas del relato. ¿En qué momento definiste que había que conectar esos puntos?
– Creo que fue justamente cuando empecé a trabajar las fantasmagorías: en el video que estaba haciendo empecé a utilizar inteligencia artificial. Generé falsas cronofotografías con inteligencia artificial, las fui incorporando al video y empecé a ver que estaba trabajando con un arco histórico enorme, entre las cronofotografías de 1890 y las imágenes creadas por IA. En el mismo proceso de trabajo, sin saber hacia dónde iba (que es algo que me sucede cuando escribo o cuando trabajo con video), vi claramente que en el video se planteaba el arco y decidí convertir el texto sobre fantasmagorías en este arco histórico que llega hasta la actualidad. Fueron más o menos tres años en los que hice la serie de tres videos y fui escribiendo el texto. En general escribo más rápido, pero en este caso hay un abordaje particular, hice una investigación histórica más profunda, empecé a buscar personajes. Además de la cuestión poética-filosófica, quería trabajar pequeñas historias, con personajes curiosos relacionados con estos inventos.
– Algunos de esos personajes que mencionás en el libro quedaron al margen de la «gran historia».
– Sí, traté de buscar un poco esos personajes que no formaron parte de la historia oficial relacionada con las imágenes o con el cine. Son personajes curiosos que quedaron un poco en las sombras. Obviamente refiero a personajes más conocidos, pero traté de buscar a estas personas que quedaron relegadas, como la contra-historia de las imágenes.
– A lo largo de la historia, en cada nueva irrupción tecnológica (la fotografía, el cine, la televisión) se da un momento de deslumbramiento y luego surgen discusiones en torno a esa novedad. Es lo que sucede en la actualidad con la inteligencia artificial, sobre la cual el libro evita realizar valoraciones positivas o negativas. ¿Qué desafíos se te presentan como realizador ante la posibilidad de trabajar con inteligencia artificial?
– A mí me parece increíble, alucinante, esto de estar viviendo la aparición de imágenes nuevas. Dejando de lado obviamente todo lo que supone la inteligencia artificial sin saber todavía cuál será su incidencia política, social, económica. Hay un montón de cuestiones muy problemáticas. Hablo entonces específicamente sobre la inteligencia artificial en relación a las imágenes, qué supone esto en relación a las imágenes. Como cualquier aparato nuevo que surge, es una oportunidad enorme para investigar, indagar, para generar nuevos procesos creativos. Como vos decías, no lo veo ni bien ni mal, sí me parece que hay que entender esas imágenes como imágenes distintas: no pertenecen a la tradición de la imagen fotográfica, cinematográfica, es otra cosa totalmente distinta, con un enorme potencial poético, pero distinto. El peligro está en pensarlas como reemplazo, que estas imágenes reemplacen al cine o a la fotografía. Esto es otra cosa, que tiene muchos problemas, como la relación con el lenguaje: esto de tener que convertir la imaginación en un enunciado para obtener una imagen. Eso, por un lado, me parece terrible, en tanto que no hace más que reducir la imaginación, reducir lo que imaginás a una estructura. Las preguntas son: ¿qué hacemos con eso? ¿cómo damos vuelta eso? Como con cualquier aparato, porque todo aparato viene preparado con determinadas funciones, que en general no son las mejores, pero con todo aparato podés lidiar, podés transformar esas funciones. Eso es lo que se ha hecho con la foto, el cine, el video, la televisión. Ahora toca ver qué es esto. Como con toda tecnología, lo que estamos viendo todavía con la inteligencia artificial es el deslumbramiento por la novedad. Que justamente se está perdiendo, imágenes que el año pasado nos parecían asombrosas, hoy ya no lo son. Cuando se pasa ese primer cimbronazo sobre el asombro por la novedad habrá que ver qué es lo que realmente cuenta de esto, qué hacemos con esto. Hasta ahora no vi nada realmente relevante con la inteligencia artificial, más que tanteos.
– Fuiste curador de la muestra ExperimentIA, de videos realizados con inteligencia artificial, organizada por Ultracinema. ¿Qué se está viendo en este momento en relación a la creación con inteligencia artificial?
– En principio hay mucho tanteo sin mucha seguridad. Mucha búsqueda, mucha inseguridad en los términos de que se está concibiendo como un entre aguas: si esto sirve para hacer videos como hacíamos antes pero con otras herramientas o si es otra cosa. No vi todavía algo pensado realmente desde estas nuevas tecnologías, sino reemplazando lo otro, jugando en cierto límite, pero nada nuevo que haya surgido realmente como propio de estas imágenes. Que es lo que estamos buscando. Hasta ahora son todos tanteos, incluso contra la posición oficial que es la de economizar para reemplazar la producción industrial.
– Esa lógica también atravesó al cine, a la televisión.
– Todos los aparatos audiovisuales vinieron pensados dentro de esa lógica capitalista. Pero después depende de cada uno qué hacés con ese aparato. Ese gesto poético que saca otras cosas del aparato. La cuestión es siempre esa, no adscribir estrictamente a esas funciones del aparato para las cuales viene previsto sino luchar un poco contra el aparato. El campo del arte es un poco eso, la lucha contra los materiales y las herramientas tecnológicas.
– ¿Hay un movimiento de personas intentando producir en ese sentido?
– Sí, hay gente. Acá es difícil el acceso a ese tipo de obras o expresiones. Y creo que no le estamos dando a la inteligencia artificial la importancia que tiene. Creo que es algo que se tiene que estar pensando muy profundamente, porque esas imágenes están, nos guste o no. En poco tiempo van a ser las imágenes predominantes, entonces este es el momento de pensar qué vamos a hacer con eso, si creamos algo nuevo o vamos a quedar pegados a esa brutal lógica del reemplazo, de la inmediatez o lo que sea. No estamos pensándolo, y además es difícil el acceso: podés conocer cosas, en mi caso a través de Ultracinema o de colegas de afuera que puedo ver lo que están haciendo, pero en Rosario, por ejemplo, es difícil el acceso al conocimiento de estas nuevas experiencias. El rol del Estado en esto debería ser fundamental. En mi caso coincidieron afortunadamente estos dos premios (el Provincial de Ensayo para el libro y el del Salón Nacional del Macro) ligados a un mismo proyecto relacionado con la inteligencia artificial, lo cual para mí fue una enorme alegría para cerrar un 2024 tan devastador.
Sobre archivos y algoritmos
A lo largo de su extenso recorrido, el libro repasa la irrupción de la televisión como emisora de contenidos, pero sin la posibilidad de resguardar archivos. En los últimos años, la generación de documentos audiovisuales es frenética: todo hecho se registra, en simultáneo, por usuarios y dispositivos móviles en cantidades inimaginables. En una suerte de retroceso histórico, sin embargo, el resguardo de esos archivos es frágil. «Creo que de alguna forma se perpetúa un cierto problema -reconoce Galuppo Alives-. Que de alguna forma se podría haber solucionado a través de la diseminación de archivos en las redes, respecto a lo que es el archivo físico: cuatro paredes dentro de las cuales se conservan determinados materiales. Después uno de los problemas del archivo es quién decide qué se conserva y qué no: estás construyendo una idea de historia a partir de esa decisión. Uno podría pensar que la proliferación de imágenes y archivos en las redes podría haber democratizado, entre comillas: todos los archivos, disponibles sin selección. Pero la realidad es que no funciona así: el debilitamiento de las instituciones físicas que conservaban archivos funciona del mismo modo que la diseminación en la red, con los algoritmos o lo que sea que invisibiliza un montón de archivos. El problema sigue siendo similar. A pesar de que se desmaterializó la institución física del archivo, la hegemonía de determinadas formas sigue siendo la misma.
– La inteligencia artificial se nutre de esos algoritmos para dar una versión de la historia.
– Sí, la inteligencia artificial se nutre de todo eso y hace un cálculo promedio, estadístico, y da la imagen más adecuada a ese promedio. Es interesante también eso, porque se nutre de un imaginario que es el que predomina en las redes. La IA no tiene un sesgo, pero se nutre de lo que prolifera, de la imagen y de los discursos hegemónicos, y va a dar cuenta de eso, que es uno de los grandes problemas de las imágenes generadas con inteligencia artificial.
– La publicación del libro, en el transcurso de este año, será un punto de partida para abonar a discusiones en torno a esta temática. ¿Hay un ámbito donde esas discusiones puedan darse?
– Creo que sí. Es un tema que se está trabajando mucho. Aunque es un abordaje raro, porque al cine, como institución, no le interesan mucho estas discusiones. El cine no discute los problemas del aparato, de la imagen, el cine discute otras cosas, la narración, la estructura narrativa, pero diría que a la institución cinematográfica no le interesa la imagen. Hay una propuesta que se corre un poco de lo cinematográfico y va hacia otros territorios, relacionados con el cine pero periféricos. Pero creo que sí, que hay un amplio terreno contemporáneo de discusión sobre las imágenes y las tecnologías, ahora potenciado con esto de la inteligencia artificial. Es un terreno muy rico y muy abordado, aunque no sé si acá en Rosario. En el caso del libro hay un abordaje particular en relación a esto de la experiencia con lo sagrado y otras cuestiones por ahí no tan bien vistas. Todos mis textos, mis videos, tienen que ver con procesos míos personales, entonces está ahí la relación con lo sagrado, cuestiones vitales que hacen a todo un conjunto.