"Humedales. Crisis ambiental y civilizatoria"

En el marco del proyecto “Que el humo no te tape el humedal, relatos de un Ecocidio”, del Museo Gallardo, dialogamos con la historiadora, educadora ambiental y militante por los Derechos Humanos, Claudia Gotta.

(Texto: Violeta Paulini)Que el humo no te tape el humedal, relatos de un Ecocidio es un proyecto que el Museo Gallardo comenzó en octubre de 2020, reflexionando sobre la actualidad del ecosistema Humedal y la ecorregión Delta e Islas del Paraná, el valor de la biodiversidad que allí se aloja y los beneficios que aporta su conservación, puestos en riesgo por diversos factores que las perjudican. En ese marco, conversamos con Claudia Gotta, historiadora, educadora ambiental y militante por los Derechos Humanos.

El incremento de los incendios en la zona, principalmente en las islas de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, fue y es parte de esta problemática que se profundiza con la sequía y la bajante histórica del río Paraná. Así también, con la construcción de terraplenes, la caza furtiva, la pesca indiscriminada y la implementación del modelo ganadero permanente y de alta carga. Interpelado por esta problemática, el equipo del Museo Provincial de Ciencias Naturales «Angel Gallardo» de la ciudad de Rosario construyó a través de sus redes sociales una propuesta multisoporte (mediante piezas gráficas, fotografías, entrevistas y audiovisuales) buscando expresar la complejidad de esta problemática. Socializando datos estadísticos sobre los focos de  incendio, registros de fotoperiodistas de la región, testimonios orales de habitantes de las islas, información sobre especies de flora y fauna perjudicadas, y testimonios de especialistas interesados en dicha problemática.

En ese contexto, Claudia Gotta brinda su propia mirada: “Los grandes problemas ambientales no están escindidos de este modelo hegemónico que cosifica la vida y que ha expulsado a los pobladores ancestrales de sus territorios de vida, para ponerlos al servicio del mercado de capital; aquellos mismos que mantuvieron por milenios la biodiversidad de estos territorios, junto con su propia diversidad cultural. Para muches no es perceptible esta crisis, hay quienes están tan colonizados que no pueden siquiera reconocerla. El desafío de todes es desmontarla y poder, en esta desveladura, notar cuáles son sus razones, sus causas”.

“El extractivismo feroz que sucede desde el SXVI y particularmente en las últimas décadas del SXX, se manifiesta con virulencia en nuevas modalidades: la megaminería, el avance de la frontera agraria, las represas sobre los ríos -concebidas solamente como la posibilidad de proveer energía eléctrica en consumo- el desmonte del bosque nativo y la desaparición de hecotecas en ríos, lagunas, montes, y por supuestos también en nuestros campos», explica Gotta. Y remarca: «Hoy la ‘crisis hídrica» -así la denominan- se limita a ser pensada en tanto uso humano del río: si habrá escasez de agua, si se podrá garantizar la navegación, si los puertos seguirán funcionando y habrá provisión de energía eléctrica. Nadie está pensando en el río como expresión de vida, sino en garantizar la continuidad de su uso. ¿Y la vida de quienes históricamente habitaron estos lugares?”.

Claudia describe cómo el modelo hegemónico de los agronegocios ha convertido a este maravilloso curso de agua, solamente en una hidrovía: “La sojización trajo para las poblaciones de toda nuestra región una gran pérdida de biodiversidad. Se disolvieron centenares de producciones hortícolas y frutícolas y millones de cabezas de ganado fueron trasladadas al ámbito isleño por quienes deciden los destinos, no solamente de la producción, sino también los nuestros”.

Junto a la soja llegó el agrotóxico a las pocas cuencas acuíferas que existen, envenenando a los pueblos y condicionando la seguridad de la soberanía alimentaria, bandera de lucha cada vez más lejana. Gotta contextualiza esta crisis ambiental: “La invasión desde el mundo europeo trajo consigo otras formas de legitimar el dominio, la extracción y la explotación. La enajenación de territorios, la concepción de hombres y mujeres solamente como cuerpos a ser explotados y en el marco de la propia naturaleza concebida como salvaje, la historia de muchas de nuestras latitudes”.

“Somos tal vez la más indefensa de las especies, en principio por nuestra soberbia. Porque hemos olvidado los principios de cooperación y hemos elegido la competencia. Ser hoy es tener, y por el tener se han olvidado las relaciones de solidaridad y reciprocidad que hacían de las primeras comunidades en el Abya Yala, eso, comunidades y no sociedades. Una comunidad de vida en tiempos prehispánicos, hacía de todas las expresiones de vida parte de esa comunidad. Sabía perfectamente que si dañaba el río, la laguna o el monte, si no hacía las gratitudes necesarias como contradones a la Madre Tierra, algo iba a andar mal. Nosotres pensamos, sin embargo, que si dañamos al río o terminamos con el monte nativo en función de expandir la frontera agraria, nada va a pasar. ¿Por qué hemos olvidado que somos ambiente?”, reflexiona.

La entrevistada nos invita a revisar nuestro accionar en el marco de esta crisis civilizatoria, crisis ambiental que hunde sus raíces, entre otras cuestiones, en los modos en que construimos el saber: “Desde la imposición de los marcos disciplinares de la modernidad se ha externalizado a la naturaleza, se la ha cosificado y puesto al servicio del capital y del mercado. ¿Por qué? Porque a la sociedad se la ha pensado totalmente ajena a la vida natural y hemos ponderado la vida humana por encima de las otras expresiones de vida. Esta es tal vez, la primer función que debe desempeñar hoy un educador. Preguntarse ¿qué hay que pensar? ¿Tenemos algo para enseñar?”.

El Pensamiento Ambiental Latinoamericano invita a repensar el sistema educativo, la política, la economía, la concepción de biología y, finalmente, al ser humano como una especie más en la interrelación ecosistémica, desde un lugar de no jerarquía. “Hablar del Pensamiento Ambiental Latinoamericano implica pensar en otras formas de construir saber -que no son nuevas necesariamente- sino en muchos casos ancestrales. Encarnan una filosofía que está en correlación con la naturaleza y las fuerzas sobrenaturales. Una verdadera formación ambiental implica garantizar la vida de las generaciones futuras, no con ‘calidad de vida’, concepto que interpelamos. Una vida digna, el buen vivir de nuestros pueblos, no tiene que ver con ingresos per cápita ni consumos garantizados”, explica Claudia y agrega: “La vida no se vende, eso lo decimos, pero no tiene que ser un cliché, tiene que ver con poder levantarnos y ser felices, sabiendo que un mañana será posible, y que hemos hecho hoy aunque sea una pequeña pero a la vez, gran cosa, para hacer de éste mundo un mundo más vivible. No podemos perder la esperanza de garantizar la vida para todas las vidas y sumarnos hombro a hombro con quienes queremos salvar – no solamente el río y las islas – sino a los territorios de vida frente al avance de quienes pretenden seguir mercantilizándolo.”

Para más información, sugerimos visitar las muestras “Memoria Húmeda” y “Pampa Global”, en el Museo Gallardo (San Lorenzo 1949, Rosario) de martes a viernes de 9 a 18h. Sábados y domingos de 14 a 18h.
Ingreso gratuito.

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