El último viernes del mes, la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe presentó su quinto concierto del año, aunque en la oportunidad dejó de lado lo clásico para ofrecer algo más contemporáneo. El encuentro se llamó Una Noche de Gran RePercusión y como deja entrever su título, solo actuó la fila de percusión del ensamble en un show a puro ritmo, humo y luces. La propuesta fue en el Centro Cultural Provincial Francisco “Paco” Urondo y, nuevamente, ante una sala repleta de público.
Los músicos que participaron del ensamble fueron Pablo Bagilet, doctorado en su materia y encargado de diagramar y conducir el espectáculo que por momentos dirigió y en el que por momentos también tocó; Federico Figueroa y Julián Macedo quienes, junto a Bagilet, son integrantes estables de la Sinfónica y Francisco Vergara, Andrea García, Josefina Puebla, Rafael Duré, Lucía Ciccazzo y Federico Sgarbanti, que actuaron como invitados.
En el horario habitual de los conciertos de la orquesta, todo comenzó con Equal Fire de Bissell, de 1990. La segunda obra fue Ogoun Badagris de Rouse (1981), seguida por la Suite Argentina para solo vibráfono en cuatro movimientos (2009), escrita e interpretada por el propio Pablo Bagilet. La cuarta pieza que se pudo escuchar fue Lift-Off de Peck, del año 1968 y a continuación Head Talk de Ford (1987). Como última muestra de la primera parte del encuentro sonó Trio Per Uno del año 1998, escrita por Zivkovic.
Luego se hizo una pausa para acomodar el set en forma de medialuna y se sumó al abanico de instrumentos una tradicional batería en el centro. Una vez que todo estuvo listo, la segunda parte del concierto comenzó con Federico Sgarbanti sentado en la banqueta frente a los tones y, solo en el escenario y rodeado de humo, comenzó una improvisación muy atractiva y de excelente técnica que fue concatenada con un “beat” que dio pie para que el resto de los percusionistas ingresen a escena y ocupen sus lugares en la medialuna –Pablo Bagilet ofició de director– y así dar inicio a la coreografiada obra Bonham de Christopher Rouse (1988). Al final de la obra, los aplausos y gritos de aprobación explotaron. Pasó en todas las piezas, pero en este caso la ovación final fue ensordecedora.
Todas las presentaciones fueron acompañadas por precisos juegos de luces que aportaron tensión argumental completando el clima de cada momento. Cada movimiento de los músicos e inclusive su vestimenta estuvieron pensados como parte esencial del relato en cada performance. La propuesta logró abrazar lo contemporáneo en una noche con ritmos, colores y matices tan distintos como semejantes, no por idénticos sino por ser cada uno una muestra de las corrientes compositivas que necesariamente forman parte de la obligada evolución artística de la que obviamente la música no es ajena.
De lo clásico a lo contemporáneo, la percusión encontró y se afianzó en un espacio con identidad propia y fuerza imparable.
Texto: Leo Rotta
